La balada del manikí: Un coctel desbordantemente sobrio

La balada del maniquí.  Grupo: Ferronegro  PortalEscena.com
Fotografía: Andrés Galán

Obra: La balada del manikí.

Grupo: Ferronegro,  el teatro de lo infrahumano. 


Por: Samantha Moreno Jiménez

sammj95@hotmail.com

Fotografía:  Andrés Galán

jhonangel2080@hotmail.com


El Teatro La Baranda abre sus puertas al Primer Festibienal de Bogotá y permite el encuentro íntimo con la cotidianidad en un lenguaje clownesco, con la función de La Balada del Manikí  (Jazz, amor y muerte)del grupo Ferronegro “El teatro de lo infrahumano”,  dirigida y protagonizada por el dramaturgo Fernando Rojas y por la actriz invitada Diana Belmonte, con la colaboración técnica de Ana María Espinosa.


Diez años atrás, Fernando Rojas con su grupo “Flores y Tomates” realizó una obra en la que los personajes entristecidos rompían un radio al escuchar una canción de Sandro de América, lo que en palabras de Fernando “era un exorcismo bastante interesante”. De esa imagen nació La Balada del manikí que  mediante el lenguaje del clown teatral y el humor negro desarrolla temas como la tragedia, el sexo y la muerte en una trilogía donde el Jazz se sopla con un saxofón cómplice de la melancolía.


Rojas define el Clown como la poesía del comportamiento humano. En esta historia el personaje Coctelito hace honor a su nombre,  inofensivo al principio y peligroso al final, interactúa con el público y con su amante Laurilin Monroy en el Bar “La ilusión”.  Vive la decadencia del amor de su esposa, busca la compasión en los brazos de Laurilin y se aferra progresivamente con mayor intensidad hasta el punto de abandonarlo todo con la promesa de escapar juntos. 


Laurilin, una mujer atractivamente neurótica conoce a la perfección el “tire y afloje” de los hombres e inevitablemente trastorna y enamora a Coctelito con sus amenazas y movimientos sensuales.

La balada del maniquí.  Grupo: Ferronegro  PortalEscena.com
Fotografía: Andrés Galán

En el escenario está dispuesto un corazón con el nombre del bar, un sofá de madera, un micrófono, un saxofón y un maniquí blanco de medio cuerpo.


Aunque sin nariz roja, Coctelito conserva un par de zapatos enormes y un traje de mangas anchas que le permiten exagerar algunos gestos. Laurilin aparece vestida de enfermera, con maquillaje de muñeca y equipada con una pistola de agua. Con estos elementos y el juego de luces logran recrear una poética propia de la línea artística que Ferronegro ha venido explorando en el clown contemporáneo.


Parece que hay algunas referencias de La Balada del Maniquí  hacia el cine de Fellini y Alex de La Iglesia,  en especial de la película Balada triste de trompeta pues también habla de lo obsesivo que puede volverse el amor,  del tránsito del capricho a la locura,  la soledad y la infelicidad que llevan a un payaso a decidir que el amor no mata,  se mata.


Mientras avanza la función, el espectador descubre en ella su propio reflejo y los síntomas del desamor que han sido reprimidos en la vida diaria. Cada escena lo invita a quitarse las prendas del alma y a sentirse en una confesión con otro ser tan humano como él.

Publicado:  24/04/15


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